Emergencias a dos velocidades: del apagón al infierno de los incendios en Extremadura
El Partido Popular de María Guardiola exigió el nivel 3 de emergencia por un apagón de unas horas. Ahora, con miles de hectáreas arrasadas, pueblos evacuados y familias en riesgo, no lo solicita. La contradicción política desata indignación.
Del apagón a la alerta máxima
Hace apenas unos meses, el Partido Popular de María Guardiola reclamaba el nivel 3 de emergencia ante un apagón que dejó sin luz durante varias horas a una parte de la comunidad autónoma. La respuesta fue inmediata: notas de prensa, comparecencias y exigencias al Gobierno central para que pusiera todos los medios a disposición.
La contundencia política se justificó en aquel momento con la necesidad de “defender a los ciudadanos” ante una crisis energética puntual.
Los incendios desatan el caos en el territorio
La realidad actual es mucho más grave. Miles de hectáreas arden sin control en Extremadura, los incendios han obligado a evacuar a pueblos enteros y numerosos vecinos han perdido casas, cultivos y animales. El fuego, avivado por el calor y el viento, amenaza a espacios naturales de gran valor ecológico y a zonas habitadas.
Los equipos de emergencias trabajan sin descanso, pero denuncian la falta de recursos extraordinarios que solo se activarían con la declaración de nivel 3. Bomberos, brigadas forestales y voluntarios coinciden en que la situación requiere más medios aéreos, más personal y una coordinación superior.
El contraste político bajo la lupa
La comparación se ha instalado en la conversación pública: ¿por qué se pidió el máximo nivel de emergencia por un apagón y no ante un incendio de dimensiones históricas?
Analistas y vecinos señalan que esta diferencia de criterio responde más a intereses políticos que a la gravedad de las emergencias. Mientras el apagón permitía cargar responsabilidades al Gobierno central, el incendio actual compromete la gestión autonómica y su capacidad de reacción.
Reacciones ciudadanas y críticas de la oposición
Las redes sociales se han llenado de mensajes que acusan a la Junta de actuar con “doble rasero”. Vecinos de las zonas afectadas denuncian que se sienten “abandonados” y que la falta de un nivel 3 de emergencia retrasa la llegada de ayuda vital.
La oposición también ha cargado contra la presidenta regional. Desde el PSOE y otras formaciones se apunta a una “estrategia de silencio” para minimizar el impacto político de los incendios. “Cuando fue un apagón, la respuesta fue inmediata; ahora que hay vidas en riesgo, la reacción se diluye”, señalaron en un comunicado.
Una hipocresía que arde
El contraste entre ambos episodios ha derivado en una acusación directa: hipocresía incendiaria. La idea de que se actúa con rapidez solo cuando el rédito político lo permite ha calado entre la ciudadanía, mientras las llamas continúan avanzando.
La falta de coherencia en la gestión de emergencias deja tras de sí una herida que va más allá de lo material: la confianza en las instituciones y en la capacidad de reacción de quienes gobiernan.
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